Todas las familias desarrollan estilos propios de convivencia, comunicación y apoyo. Así mismo, cada familia enfrenta circunstacias particulares.
En nuestra experiencias, cuando un miembro de la familia tiene un problema, todos se involucran de alguna manera (incluyendo los que deciden No hacer nada) o bien, algun cambio o crisis, mueve a la familia a unirse y enfrentarlo como equipo.
La Terapia Familiar se sugiere en los siguientes casos:
1) Cuando hay un niño (a) que presenta algún problema:
Esta sintomatología puede incluir:
trastornos de ansiedad, estrés, miedos, fobias, trastornos depresivos,
bipolar, hiperactividad, alteraciones de conducta, violencia,
alteraciones del sueño (insomnio, hipersomnia), de la alimentación, trastornos psicosomáticos (asma, diabetes, cefaleas, dolor), mutismo selectivo, trastornos del vínculo, adicciones, fracaso escolar, maltrato, acoso escolar/bullying, abuso sexual, etc.
2) Cuando, siendo todos adultos, hay uno o varios miembros de la familia con dificultades a nivel emocional o la dinámica familiar es dañina.
La Terapia Familiar no está indicada
exclusivamente en relación a menores, sino que también puede ser
recomendable en otras situaciones. Por ejemplo, puede ser beneficiosa en
casos donde uno o varios miembros de la familia está acudiendo a
tratamiento psicológico y/o psiquiátrico.
En estos casos la Terapia Familiar puede ayudar a favorecer la expresión y regulación emocional
en un contexto de contención emocional, facilitar el entendimiento,
llegar a acuerdos y favorecer una relación más saludable entre todos.
¿Qué beneficios terapéuticos tiene la Terapia Familiar?
- Ayuda a hacerse cargo de la responsabilidad y necesidad de un cambio en la dinámica familiar.
- Aumenta la capacidad de la familia de detectar las necesidades y dificultades de los menores
- Facilita una vinculación emocional saludable a través de vínculos de apego seguro (abordar la sobreprotección, estilos educativos coercitivos o pasivos…)
- Potencia habilidades en los padres y estilos de crianza apropiadas, apoyando el ejercicio de un rol parental saludable para el sistema familiar.
- Ofrece nuevas formas de tratarse.
- Disminuye el nivel de hostilidad implícito y explícito, que los miembros se lleven mejor entre sí.
- Disminuye las situaciones de violencia verbal y física
- Mejora la capacidad de comunicación
- Permite elaborar una historia familiar conjunta
- Permite clarificar y ajustar roles familiares, favorece la posibilidad de mostrar otros roles en la dinámica familiar
- Facilita ajustar las expectativas de cada miembro de la familia
- Aumenta la capacidad de detectar y expresar necesidades en uno mismo y en los demás
- Facilitar vínculos de confianza: facilita actuaciones desde un clima familiar de respeto
- Disminuye el nivel de estrés familiar
¡Queremos acompañarte a descubrir y diseñar estos beneficios!
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Psic. Mónica Romo
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